jueves, 30 de octubre de 2014

La Ciencia de la Muerte.

La ciencia de la muerte
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El ser humano ha pensado siempre en la vida y la muerte al ser estos procesos inherentes a su existencia, motivo por el cua, y aprovechando las festividades del Día de Muertos y de Halloween, nos hemos dado a la tarea de explicarte un poco del concepto de la muerte en el plano fisiológico.
¿Qué es la muerte?, sin duda una cuestión difícil de definir por la diversidad de conceptos filosófico-religiosos de cada cultura, sin embargo, en el concepto médico, la muerte puede definirse como un proceso conclusivo que consiste en la extinción del equilibrio de la homeostasis (el conjunto de fenómenos de autorregulación que llevan al mantenimiento de la constancia en las propiedades y la composición del medio interno de un organismo) que termina con la muerte celular.
Nosotros estamos vivos mientras nuestras células lo estén. Cualquier ser humano durante su vida realiza diferentes funciones vitales como nacer, crecer, reproducirse y morir, regidas desde su génesis por los genes que se hayan dispuestos. Genes que son modificables por la inestabilidad medioambiental y por la herencia.
la-celula-humanaUna persona que nace, tiene su destino marcado por su base genética. La muerte ocurre cuando sus genes deciden que debe hacerlo siempre que no haya elementos que los distorsionen, como accidentes o enfermedades. La esperanza de vivir más o menos es una hoja del tiempo celular marcada por los elementos de exposición a la que nos enfrentamos día a día.
La muerte, en pocas palabras, es el cese de todas las funciones vitales. Pero…

¿Qué ocurre cuando morimos?

En medicina podemos denominar a la muerte como un fallo multisistémico, la caída en picada de la función de los órganos uno a uno, en cuestión de días, horas o minutos. Un sin número de situaciones puede conducirnos a la muerte,  sin embargo, esta ocurre en una secuencia de sucesos que, aunque dependen de la causa, tienen una base fisiopatológica.
Este proceso inicia en las células del organismo por un descenso de la perfusión. Nuestros órganos perduran mientras exista vitalidad en la perfusión de los órganos, no solo por la estabilidad de la circulación, sino también por la estabilidad del transporte y la entrega de oxígeno a las células.
hemoglobinaEl oxígeno se recibe de la adecuada función respiratoria de nuestro cuerpo, forma parte del 21% del aire que tomamos del ambiente. Cuándo éste disminuye en la sangre, se envían alertas al cerebro para que la función respiratoria lo encuentre (lo hace aumentando la frecuencia respiratoria hasta que aparece la fatiga). Si la persona no está en condiciones de recibir oxígeno, el cuerpo humano lo intenta extraer de los tejidos para dárselo a los órganos diana (corazón, riñón y cerebro).
En este proceso de extracción de oxígeno se envían señales para indicar a las células que no hay oxígeno para que se inicie el metabolismo anaerobio un mecanismo alternativo para mantener la energía celular y lo hace a costa de su propia integridad, ya que de mantenerse resulta toxico para las células.
Así, faltos de oxigeno, los órganos van dejando de funcionar. Dentro de los primeros 10 segundos la actividad eléctrica de nuestro cerebro disminuye y a los 4 minutos quedará irremediablemente dañado, tres horas después, tus pupilas todavía podrían reaccionar con gotas de pilocarpina (un medicamento para el glaucoma) y tus músculos seguirían contrayéndose mecánicamente si se estimularan, incluso 24 horas después se puede obtener un injerto viable de piel ya que estas continúan dividiéndose; a las 48 horas, un injerto de hueso es viable y un injerto de arteria hasta 72 horas después, el oído es el último sentido en desaparecer, sorprendentemente pasaran hasta 37 horas hasta que nuestra última neurona produzca su impulso eléctrico final.
neurona
Quizá la evidencia más reveladora de que la vida continúa dentro de un cadáver es que aproximadamente 40 horas después de haber muerto, los espermatozoides serian viables para concebir un hijo.
Ya en el interior de la célula, al igual que en el resto del universo, se rige por las leyes de la física, donde toda partícula de materia tiene una carga eléctrica. Al faltar el oxígeno, la neurona se despolariza, se modifica su potencial eléctrico y su membrana pierde cohesión, se vuelve rugosa y porosa: se le hacen una especie de hoyos por los que se le sale el precioso relleno y al mismo tiempo le entra agua, así que se hincha y luego se encoge, perdiendo el control y los niveles de los bioelementos que requiere para sobrevivir.
La mitocondria, esa parte de la célula que se dedica a producir energía, deja de trabajar y entonces se suspende la síntesis de proteínas. También se rompe la membrana de los lisosomas y sus enzimas, destinadas en condiciones normales a destruir microorganismos patógenos, al liberarse destruyen la célula, un fenómeno llamado autolisis.
troncoEl tiro de gracia lo da el calcio. Sus niveles dentro y fuera de la célula se trastornan, afectando todavía más la membrana y las organelas, haciendo que se viertan todavía más enzimas en el citoplasma, acelerando aún más el proceso de autodigestión. La membrana del núcleo de la célula también se daña, derramando el material genético. Cuando la muerte celular alcanza el tronco encefalico, el cerebro ha muerto. La muerte es irreversible.
Entre algunos datos a remarcar se ha podido establecer que la temperatura de un cadáver desciende entre 0.8 y 1.0 grados centígrados por hora durante las primeras 12 horas, y en las subsiguientes 12, de 0.4 a 0.5 grados por hora hasta que la temperatura del organismo se iguala con la del medio ambiente. No existe ningún cadáver que pueda estar más frío que el medio ambiente.
También habrá una deshidratación; de 10 a 15 gramos de agua por kilogramo de peso por hora, una persona de 70 kilos perdería de 700 gramos a un kilogramo por hora. Se secarán primero tus labios y tus ojos: aparecerán hundidos y perderán su brillo. Al cesar la lubricación de las lágrimas, las córneas se tornan opacas. Conocido como tela glerosa corneal, este signo se presenta más rápido en un cadáver con los ojos abiertos. Los labios, el ano, la vulva y el escroto, si quedan expuestos, se despellejan.
La sangre en los vasos sanguineos cederá ante la gravedad formando livideces, manchas de color rojo vinoso que quedarán marcadas en las partes bajas del cuerpo según la posición en la que se encuentre, respetando las superficies de apoyo o contacto, que quedarán más claras. Estas marcas suelen imprimirse a las tres o cuatro horas post mortem, y alcanzan su mayor intensidad alrededor de las 18 o 20 horas. Si a las cuatro o cinco horas se cambiara de posición al cuerpo, podrían desaparecer las manchas originales y aparecer nuevas.
imagen35A las tres horas, el cuerpo comenzará a ponerse rígido, los primeros son los músculos pequeños de la cara, como el de la risa, alcanzando una rigidez máxima a las 18 o 20 horas. Esto sucede porque en los músculos hay sustancias con las que se produce energía, principalmente adenosín trifosfato (ATP), ácido láctico y ácido sarcoláctico, que al faltar el oxígeno se quedan acumuladas.
Sin embargo este signo cadavérico no es permanente: al autodestruirse las células, también se degradan las sustancias que endurecieron los músculos y el cuerpo volverá a quedar flácido. Entonces iniciará la putrefacción, la destrucción del cadáver con la intervención de bacterias. Esta fase de la descomposición se divide en cuatro etapas: cromática, enfisematosa (dura semanas), colicuativa o de licuefacción (dura meses), reductiva o de esqueletización (dura años).

Verde, el color de la ¿muerte?

Si el verde es el color de la vida, también lo es de la muerte. En el abdomen, ahí donde habitan millones y millones de microorganismos que no morirán al mismo tiempo que tú, aparecerá una mancha verde que irá extendiéndose por todo el cuerpo, pues las bacterias oxidan la hemoglobina. Esas mismas bacterias, que continúan su ciclo, producen metano y propano, gases que infiltran todo el cuerpo y lo inflan hasta que sus miembros se extienden. Hacen que se salten los ojos, las venas, la lengua y los genitales. También provocan bulas o flictenas enfisematosas: burbujas de gas bajo la piel. De hecho, se desprenderá la piel, y con cierta tracción, el pelo.
En la fase colicuativa, tal cual, nos volvemos un licuado y abarca la destrucción de todos los órganos; es la continuación de la autolisis sumada a la intervención de bacterias, hongos, insectos y gusanos. Si hay suficiente humedad, la grasa se hará jabón.
e3Aun si te inhumaran en un ataúd inaccesible y tu cuerpo quedara librado de los insectos ¿quién podría asegurar que no se te hubiera parado encima una mosca en la morgue del hospital o durante los servicios funerarios?, la descomposición será lenta pero inevitable, consumada por todas aquellas bacterias anaerobias que habitan en tu cuerpo y no requieren oxígeno para sobrevivir.
Los huesos quedarán al último. Si absorben los minerales de la tierra quizá se endurezcan convirtiéndose en roca. Si se desmineralizan, quedarán hechos polvo.
En conclusión, no importa si la muerte te sorprende en paz o en agonía, la muerte es un proceso, no un instante, y si bien no sabemos exactamente lo que le sucede a nuestra conciencia, nuestro cuerpo sigue la ley de la conservación de la materia: “La materia no se crea ni se destruye solo se transforma”.

Educación 2.0, una enseñanza para cada alumno

Educación 2.0, una enseñanza para cada alumno

Santillana y la empresa norteamericana Knewton llevarán el aprendizaje adaptativo a España y Latinoamérica en otoño de 2015

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José Ferreira, presidente de Knewton y Manuela Lara, directora de proyectos y desarrollos de Santillana. / CARLOS ROSILLO (EL PAÍS)
No todos aprenden igual. A un Juan se le pueden dar bien las mates, a una María, el dibujo, a un Luis, la historia… Pero hasta ahora la enseñanza se entendía como una lucha del profesor para que todos los alumnos aprendan lo mismo. Santillana y la empresa norteamericana Knewton quieren cambiar el paradigma. Su propuesta, implantar el aprendizaje adaptativo en España y Latinoamérica para otoño de 2015. Es decir, el exprimir toda la tecnología online disponible para individualizar la enseñanza a cada estudiante.
“Es la transición del papel al digital, un momento único en la historia. El gran cambio es que ahora el contenido será distinto para cada alumno desde la primera hora”, afirma José Ferreira, CEO de Knewton desde business center del Simo, la feria que aúna educación y tecnología en el Ifema de Madrid. Para conseguir este objetivo la propuesta empleará toda la potencia de internet. Herramientas big data para acumular el histórico de cada alumno que permita conocer sus talentos y flaquezas y definir el plan de estudios que mejor se le adapte. Y también profetizar cuáles serán las mejores vías para su futuro profesional y educativo empleando web analytics.
La personalización es la clave en la que insiste todo el proyecto. Y la asignatura por la que se ha elegido empezar son las temidas matemáticas. “¿Por qué? Porque es donde detectamos que hay más fracaso entre los estudiantes, tanto en España como en Latinoamérica”, explica Manuela Lara, directora de proyectos y desarrollos de Santillana. El curso escogido, primero de de ESO y los equivalentes en Latinoamérica: “Ahí se produce la mayor brecha en el aprendizaje de esta asignatura”, puntualiza Lara.
El objetivo es exprimir toda la tecnología onlinedisponible para ofrecer una enseñanza individualizada
Pero toda esta tecnología sigue teniendo como piedra angular al profesor. Y el partido que quiera sacarle a la herramienta dependerá de cuánto quiera implicarse. “Si la efectividad de esta tecnología dependiera de que el profesor cambiara su manera de enseñar, no funcionaría. El programa ya es efectivo si el profesor da la clase como siempre la ha dado. Pero si se implica con la enorme cantidad de datos que provee el sistema, tanto mejor”, aclara Ferreira. La información que puede proporcionar la aplicación llega, según Ferreira, a un enorme nivel de detalle: “El programa le diría al profesor: ‘Has explicado 32 conceptos esta semana. Y han asimilado 27. Estos son los cinco que necesitan refuerzo’. O: ‘Crees que este es un chaval muy listo que va sin problemas, pero se está esforzando al límite’”. Manuela Lara quiere aclarar que el sistema será lo suficientemente “accesible” y “digerible” como para no abrumar a los docentes.
El éxito de esta propuesta ya ha ofrecido resultados, según una encuesta realizada por Santillana entre los profesores que han participado en las pruebas del sistema. El 82% de los consultados cree que su porcentaje de aprobados ascendería al menos en un 10% de usar esta herramienta. Los planes de ambas compañías apuntan a una expansión en el futuro, tanto en materias como en la ambición multimedia de los contenidos. “Sé que estamos acostumbrados a escuchar que hay alumnos que aprenden mejor con lo visual, otros con lo musical. Pero no es cierto. La clave es la implicación del alumno con lo que estudia. Y es verdad que el alumno a veces asimila mejor con vídeos. O con juegos, que son un medio que los implica mucho”, destaca Ferreira.
La asignatura por la que empezar son las matemáticas y el curso 1º de ESO y sus equivalentes en Latinoamérica
Los padres ya pueden empezar a preparar un hueco en sus móviles o en sus futuras wearables (la mezcla de atuendo y tecnología que nos invadirá en breve) para una appeducación digital. Ferreira fabula hasta qué punto puede llegar el conocimiento de los padres sobre los avances o dificultades de tus hijos: “Te llega una alerta. Tu hija es mejor en matemáticas de lo que cree. Tiene un problema de confianza. ¿Cómo lo ha detectado? El programa le hace una pregunta difícil, de la que solo responden el 15% de los alumnos. Y la falla. Unas cuantas preguntas después, le hace la misma pero formulada de otra manera. Y la acierta. Así que está en ese 15%, pero le falta coger confianza en sí misma”. Ambas compañías lo tienen claro, la educación de las nuevas generaciones será un cambio total de paradigma. Ferreira lo resume así: “Es una locura tener el mismo tipo de aprendizaje para todos los individuos. Hasta ahora, la raza humana no lo podía hacer mejor. Y ahora sí podemos hacerlo”.

miércoles, 29 de octubre de 2014

Los discos de vinilo han vuelto: todo lo que necesitas saber sobre su tecnología.

Los discos de vinilo han vuelto: todo lo que necesitas saber sobre su tecnología
Apollon
Los discos de vinilo están viviendo una «segunda juventud». Basta darse un paseo por alguna de las grandes superficies comerciales en las que se vende música para encontrar al menos un expositor repleto de vinilos. A principios de este siglo, en plena explosión del MP3, probablemente ninguno habríamos intuido que estos discos volverían a las tiendas generalistas. Pero lo han hecho. Aun así, es evidente que no es un formato de consumo masivo, una posición que ocupó hasta que a principios de la década de los 90 fue desterrado definitivamente, en apariencia, por el CD.
Probablemente el mercado de los discos de vinilo nunca volverá a tener las dimensiones que tuvo en el pasado, pero ha recuperado el suficiente «tirón» para revivir una industria que parecía condenada al olvido. Y es que hoy en día podemos encontrar en las tiendas un abanico enorme de giradiscos que no son otra cosa que pequeñas obras de ingeniería, y, por supuesto, un catálogo de vinilos que no deja de crecer. En cualquier caso, lo interesante es que este formato ha evolucionado mucho desde un punto de vista tecnológico, por lo que en este post intentaremos profundizar en las cualidades que tiene actualmente, y, por supuesto, también en sus carencias.
La tecnología aplicada a los giradiscos ha evolucionado mucho desde aquellos antiguos modelos de los años 70 y 80
Antes de seguir adelante me parece honesto confesar que me gustan mucho los discos de vinilo, pero también los formatos digitales, sobre todo los de alta resolución (aunque reconozco que hay CD que suenan de maravilla). El 60% del tiempo que dedico a escuchar música, aproximadamente, lo invierto en formatos digitales, y el 40% restante en vinilos. Y, con total honestidad, disfruto por igual ambos formatos, aunque soy plenamente consciente de que ofrecen una estética sonora diferente. De hecho, poder elegir uno u otro en función de nuestras preferencias en un momento dado me parece un pequeño lujo.
Creo que es evidente que los formatos digitales (CD, SACD, Blu-ray Pure Audio, etc.) son más prácticos que el vinilo, que, como sabéis, es analógico. La música digital puede ser consumida con rapidez y de una forma cómoda, mientras que el proceso de reproducción de un disco de vinilo es más lento y tedioso, lo que suele condicionar el tiempo que se dedica a uno u otro formato. Aun así, en mi opinión, ambos pueden convivir perfectamente en la biblioteca musical de la mayor parte de los melómanos porque creo firmemente que cada uno de ellos «tiene su momento». Una vez dicho esto, entremos en materia.

Aquí empezó la decadencia del vinilo

El declive de los discos de vinilo comenzó en los años 80, y se fue consolidando a medida que el CD fue asentándose en el mercado. Y es comprensible que fuese así. En aquel momento no hacía falta ser un experto para darse cuenta de que esos pequeños discos que contenían nuestra música en formato digital nos ofrecían ventajas importantes frente a los vinilos. La más evidente era una ausencia total de ese ruido tan presente en el proceso de lectura de los discos de vinilo, provocado por el rozamiento de la aguja al deslizarse por los surcos de la superficie del disco.
Todos sabemos que la extracción de los datos de un CD se realiza gracias a un pequeño láser, cuya luz se proyecta y se refleja sobre su superficie, por lo que este proceso de lectura es completamente silencioso. Aquellas primeras producciones digitales y lectores de CD no eran ni mucho menos perfectos, pero, aun así, lograron conquistarnos a casi todos por su sonido limpio y por lo cómodo que nos parecía reproducirlos.
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Aunque hoy en día el CD es solo uno de los formatos digitales a los que podemos acceder (también tenemos el SACD, el Blu-ray Pure Audio, los archivos con calidad de máster de estudio, etc.), en la década de los 80 no había más opciones digitales realmente populares. Aun así, esos pequeños discos de 12 cm de diámetro aventajaban a los vinilos en varios parámetros muy importantes. El más evidente, como acabo de mencionar, es la ausencia de ruido de fondo, pero los CD también nos ofrecían una mejor relación señal/ruido (nos indica qué «distancia» existe entre la señal que contiene la información musical y el ruido), una mejor separación entre canales (gracias a ella es posible distinguir la información de cada uno de los canales estéreo con más nitidez y una imagen estereofónica más amplia y definida) y una distorsión menor comparada con la necesidad de amplificar mucho la débil señal que era posible extraer de los discos de vinilo. Si queréis conocer con más profundidad el significado de estos parámetros técnicos podéis echar un vistazo a este otro post que publicamos hace tiempo.
Casi todos percibimos enseguida que los primeros CD también nos ofrecían un rango dinámico mayor que el de los discos de vinilo. Este parámetro mide el margen que existe entre el ruido de fondo y el nivel de pico, o, en palabras más sencillas aunque menos precisas, la diferencia de intensidad que se produce entre los pasajes más sutiles y los más abruptos de un tema musical. Es evidente que el CD ya en los años 80 nos ofrecía unas ventajas importantes frente al vinilo, por lo que no es raro que consiguiese imponerse con relativa comodidad. Además, no podemos olvidar que este formato digital no adolece del desgaste que sufren los discos de vinilo.
El rozamiento continuo de la aguja sobre la superficie de estos últimos va arrancando poco a poco material, erosionándolos, lo que con el tiempo reduce la calidad de sonido de los discos de vinilo, y también la vida útil de estos y la aguja. Pero lo cierto es que la tecnología aplicada a los giradiscos ha evolucionado muchísimo desde entonces, lo que ha provocado que muchas de las desventajas que acabo de mencionar queden en gran medida difuminadas.

Así son los giradiscos hoy en día

Un plato o giradiscos (ya sabéis que se utilizan como sinónimos) está formado por tres elementos muy importantes: el «binomio» plato y plinto, el brazo y la cápsula fonocaptora. El plinto es el chasis del giradiscos en sí mismo, o la base sobre la que residen los demás elementos y que suele albergar el motor y el sistema de tracción. El plato, por otra parte, es la superficie plana y circular sobre la que colocamos nuestros discos de vinilo para que sean reproducidos. El brazo es la barra que sostiene con suavidad la aguja sobre los surcos del disco, y la cápsula fonocaptora es el pequeño dispositivo colocado en el extremo del brazo en el que reside la aguja, que, como sabéis, es el elemento que entra en contacto directo con la superficie del disco.
Un giradiscos tiene esencialmente estos elementos: plinto, plato, brazo y cápsula fonocaptora
Otro componente esencial, aunque realmente no forma parte del giradiscos, es el amplificador al que encomendamos la tarea de amplificar la delicada y muy tenue señal eléctrica que la cápsula fonocaptora es capaz de extraer del disco de vinilo. Su nombre es previo de fono, y puede estar integrado dentro de, por ejemplo, un receptor A/V o un preamplificador estéreo, o bien ser un componente específico y separado de cualquier otro. La tecnología que se aplica actualmente tanto al diseño como a la fabricación de todos los componentes que acabo de mencionar está a años luz de la que se usaba en los 80. Por esta razón, la experiencia que nos ofrece un giradiscos moderno (no hace falta que sea uno de esos carísimos modelos que podemos encontrar en las ferias de alta fidelidad) es mucho más satisfactoria que la de los platos antiguos.
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Las innovaciones que los mejores fabricantes de giradiscos, brazos y cápsulas fonocaptoras han introducido en sus productos durante los últimos años dan para escribir largo y tendido, así que intentaré resumir lo más importante. Un buen giradiscos tiene que ser capaz de conseguir que el disco de vinilo gire exactamente a la velocidad pretendida, y de una forma completamente estable. Y muchos modelos modernos lo consiguen a pesar de que hacerlo realmente bien no es fácil porque, entre otros problemas, es necesario resolver las perturbaciones de la línea eléctrica que permite al motor funcionar.
Por otra parte, el brazo debe sostener la cápsula fonocaptora sobre el disco, pero manteniendo la aguja siempre en contacto con su superficie y aplicando exactamente la presión que recomienda el fabricante de la cápsula. Además, el brazo debe ser capaz de absorber las irregularidades del disco de vinilo para que los cambios de presión que podrían provocar no sean transferidos a la aguja. Y, como es lógico, esta última tiene que transformar su ínfimo movimiento mecánico sobre la superficie del disco de vinilo en una señal eléctrica que recoja la máxima información musical posible.
Actualmente muchos giradiscos, brazos, cápsulas fonocaptoras y previos de fono resuelven a las mil maravillas todos estos problemas. De hecho, el más evidente, el ruido de fondo que tanto nos molestaba en los 80, es imperceptible si tenemos componentes de buena calidad y somos capaces de eliminar las partículas de polvo de la superficie del disco antes de reproducirlo.
Además, una buena cápsula fonocaptora puede ofrecernos una respuesta en frecuencia de 10 a 50 kHz +/- 1 dB y una separación entre canales superior a los 35 dB a 1 kHz. Si elegimos un buen preamplificador de fono (la sinergia entre la cápsula y este dispositivo es esencial), capaz de ofrecernos una distorsión mínima, obtendremos una calidad de sonido excepcional y definitivamente mucho más satisfactoria que la que nos ofrecían la mayor parte de los sistemas analógicos de los años 80 y 90.
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No puedo concluir este apartado sin mencionar la que sin duda es la principal cualidad del vinilo: es capaz de recoger absolutamente toda la información que los micrófonos capturaron durante la grabación del evento musical. Esto es posible porque es un formato analógico y, a diferencia de las opciones digitales, no se ve obligado a despreciar nada porque tiene una capacidad literalmente infinita. Un CD, un SACD o un Blu-ray Pure Audio tienen una capacidad limitada, y, por tanto, nos exigen que adaptemos el proceso de conversión del dominio analógico al digital a esa capacidad limitando tanto la resolución como la frecuencia de muestreo. Podemos ilustrar esta situación con un CD y un Blu-ray Audio. El primero contiene música codificada con una resolución de 16 bits y una frecuencia de muestreo de 44,1 kHz, y el segundo, que tiene más capacidad, alcanza los 24 bits y los 192 kHz.
Pero los discos de vinilo, como he mencionado antes, tienen naturaleza analógica, y, por esta razón, la señal musical que contienen es continua, por lo que no está formada por una sucesión de pequeñas muestras digitales, como en el caso del CD, el SACD o cualquier otro formato digital. Sinceramente, a pesar de todo esto, y después de haber escuchado durante cientos de horas tanto vinilos como música digital en alta resolución, opino que ambos formatos nos ofrecen un nivel de detalle extraordinario, pero los vinilos tienen una calidez y un sonido «redondo» que no siempre está presente en las grabaciones digitales. Por supuesto, esta es solo mi opinión, y es subjetiva.

¿Una cápsula MM o MC?

Esta es una de la dudas que tienen muchos aficionados cuando se acercan por primera vez al mundo del vinilo. Los dos tipos de cápsulas fonocaptoras más extendidos son las MC (de bobina móvil) y las MM (de imán móvil). En estas últimas el movimiento de la aguja actúa directamente sobre un imán que envía la señal hacia una bobina, y en las MC el movimiento de la aguja actúa directamente sobre la bobina. En cualquier caso, lo realmente importante es que habitualmente las cápsulas de bobina móvil, que son mis preferidas, son más precisas y, por tanto, consiguen extraer más información. Pero tienen un problema importante: su nivel de salida es más bajo que el de las MM. Las MC suelen entregar entre 0,3 y 2,5 mV (milivoltios), mientras que las MM pueden alcanzar los 7 mV.
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Esto significa que si queremos exprimir las cualidades de una buena cápsula MC tendremos que hacernos con un buen previo de fono que sea capaz de amplificar con mucha precisión e introduciendo la mínima distorsión posible la débil señal eléctrica que extrae la cápsula. Aun así, aunque, como os acabo de confesar, las de bobina móvil son mis preferidas, no tengo ningún problema para reconocer que he escuchado varias cápsulas MM instaladas en giradiscos bien afinados que sonaban de maravilla, y que podrían rivalizar sin miramientos con muchas cápsulas MC de altos vuelos y posiblemente mucho más caras.

Conclusiones

He escrito este post con la intención de ser lo más honesto, riguroso y objetivo posible, y, por supuesto, sin querer decantar la balanza ni hacia los formatos digitales, ni hacia el vinilo. Como os confesé al principio del post, escucho tanto música digital como analógica, y las disfruto mucho. Aunque quisiera decantarme por una u otra no podría porque, en mi opinión, su estética sonora es diferente, pero igualmente satisfactoria. El vinilo ofrece un sonido más «redondo», y los formatos digitales, en especial el SACD y el Blu-ray Audio, un sonido más enérgico, pero creo firmemente que todos ellos pueden convivir perfectamente y que todos son muy disfrutables.
Los discos de vinilo y los formatos digitales pueden convivir en una misma colección porque todos ellos son muy disfrutables
No obstante, antes de concluir me gustaría apuntar varias ideas que me parecen importantes. La primera es que tanto los discos de vinilo como los CD suenan ahora mucho mejor que en los años 80 y 90. Los vinilos modernos de 180 y 200 gramos, especialmente aquellos que tienen una producción completamente analógica (por desgracia son pocos), suenan de maravilla. Y, por otra parte, las tecnologías de codificación digital que se utilizan en los CD hoy en día están infinitamente más logradas que las de los primeros años del formato, por lo que aquella frialdad y ausencia de detalle ya no suele estar presente. No, al menos, en los CD que cuentan con una buena toma de sonido.
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Concluyo con otro apunte importante: para sacar el máximo partido a un giradiscos es imprescindible que esté bien ajustado. Y, sinceramente, calibrar realmente bien un buen brazo no es nada fácil. Si os hacéis con un plato medianamente avanzado y no lo domináis, recurrid a un profesional que os lo deje bien ajustado. Esto me lleva a una desventaja del vinilo que merece la pena tener en cuenta: un giradiscos requiere un cierto mantenimiento (ajuste periódico, limpieza de la aguja, etc.), y un lector de CD, SACD o BD no nos exige hacer absolutamente nada durante toda su vida útil. Aun así, yo me sigo quedando con ambos formatos.

martes, 28 de octubre de 2014

Hay tanto por cambiar…

Hay tanto por cambiar…
Hay tanto por cambiar en el sistema educativo que no sabes por dónde debería empezarse. No son sólo las infraestructuras de pupitres ordenados ni las jornadas escolares infumables. Hay mucho por cambiar más allá de lo anterior. Entre privacidades mal entendidas, libros de texto en diferentes formatos, docentes cuya máxima es coge la bolsa y corre, equipos directivos que se ven incapaces de dirigir ni al Tato e inspectores cuyos papeles alcanzan cotas insospechadas… hay una necesidad de reestructuración global.
Fuente: http://ateneapsicologia.comFuente: http://ateneapsicologia.com
Hoy en mi centro me han preguntado por qué había realizado una fotografía con mi móvil de la pantalla de un alumno mientras se dedicaba a buscar “penes”. Mi respuesta ha sido para publicarlo en el blog de aula como algo que ha sucedido dentro de mi aula (sin aparecer en ningún momento el infractor). He añadido que mis clases son totalmente transparentes. Que cualquiera que quiera entrar será bien recibido. Que no me supone ningún problema que acudan los padres o quien le dé la gana (cobro de los impuestos de todos los ciudadanos) a verme trabajar. Que las aulas deberían ser transparentes. Que ya está bien de falsos conceptos de privacidad. El problema es que me he quedado prácticamente solo defendiendo lo anterior. Que por lo que se ve hay cosas que no deben hacerse. Que la intimidad es muy importante. Que no podemos permitir estar pendientes del qué dirán. Coño, ¡cuánto miedo! ¿Tan mal lo estamos haciendo para que no pueda saberse en el exterior? Lo dudo. Trabajamos muy bien. Incluso los que hablan de “privacidad” y “no publicitar” situaciones sé que lo están haciendo muy bien. Por tanto, ¿a qué viene tanto miedo?
Sí, el miedo de los docentes a la sociedad es algo a cambiar. La perspectiva de que sólo se compra lo malo. Que no nos tienen mucho aprecio. No es mi sensación. No puedo compartirlo. Creo que publicitando abiertamente lo que hacemos en el aula y en las reuniones es positivo. Además, qué carajo, nos están pagando el sueldo entre todos. Y eso les da derecho a saber qué y cómo trabajamos.
Lo anterior es sólo la punta del iceberg. Algo que es un simple síntoma. Síntoma de la consideración de los centros educativos como aislados de la sociedad. Síntoma de puertas cerradas. Síntoma de lavar la ropa sucia dentro. Síntoma de desconfianza. Una desconfianza que debe desaparecer. ¿Y cómo? Pues, como mínimo se me ocurre una primera acción… la de “ventilar” las aulas.
La jornada laboral de los alumnos organizadas en sesiones temporizadas previamente a golpe de timbre. ¿Qué sentido tiene hacer las sesiones de 40, 50 o 60 minutos? ¿Qué sentido tiene alargar innecesariamente clases que se vuelven tediosas o acortar momentos en los que iría bien un ratito más? ¿Por qué no olvidarnos de los timbres? Y ya de paso… ¿y si nos cargamos las asignaturas? Que hay mucho loco con su tema. Tema a cual más “importante”. Es que hay para aburrir. Y lo de tratar a algunas asignaturas de imprescindibles y a otras de marías… ufff.
¿Y los pupitres? ¿Alguna vez se os ha ocurrido pensar en lo que significa sentarse seis horas en unas sillas de madera homogéneas sin rechistar mientras alguien os explica sandeces que os importan entre poco y nada? ¿Alguna vez alguien se ha planteado un estudio ergonómico de nuestras aulas? ¿Algún coordinador de riesgos laborales de esos que hacen tanta falta ha elevado una queja a la administración por maltrato infantil al obligar a estar en posiciones ilógicas para esas edades?
¿Seguimos? Pues sí, seguimos. Seguimos con los patios cada vez con menos árboles y más cemento. De sostenibles poco pero la cementera del pueblo se ha hecho de oro. ¿Alguien sabe por qué tenemos unos patios tan feos y pequeños en los centros educativos? ¿Alguien me puede responder qué sentido tienen pabellones deportivos de instalaciones inexistentes que sólo son un cubículo aislado de las aulas? ¿Alguien me explica también qué sentido tiene la distribución de los laboratorios minimalistas? ¿Y de las aulas de Tecnología con herramientas que sólo sirven para hacer el típico zoo o la lamparita de turno? Conviene gastar dinero en las instalaciones porque las que hay (incluso en los centros más nuevos) no valen.
¿Y la conectividad? Sí, hablemos de la conectividad. Ese gran problema de la mayoría de centros. El otro día un profesor de ciclos formativos me dijo que en su centro de más de mil alumnos tienen una conexión de 2 megas. Alucinante. Conexiones nefastas mal diseñadas y mucho peor supervisadas.
Reuniones de baja estofa, presentismos mal entendidos, prohibiciones que nadie entiende (¿estoy hablando de los teléfonos móviles?) y, como no, despropósito burrocrático -que no burocrático- de proporciones bíblicas. Sumemos a lo anterior profesionales que trabajan sin contar con sus compañeros, espíritu cooperativo escaso y, como no, dejadez por parte de la administración en el trato humano a sus trabajadores.
Un cóctel explosivo explicado de forma incoherente que tan sólo da unos indicios del volumen de cambios que habría de hacerse en el sistema educativo para conseguir algo de provecho. Hay tanto por cambiar. Tantísimo.

lunes, 27 de octubre de 2014

Chapuzas con las TIC.

Los docentes, en líneas generales, son un poco chapuzas en su relación con las TIC. Sobra formación y falta capacitación en habilidades básicas. Habilidades que, por cierto, nunca van a consistir en saber usar la herramienta X, Y o Z ni el aparato A, B o C. Habilidades que van a consistir en saber sacarse las castañas de fuego sin haber de acudir al pobre docente que tiene la mala suerte de ser algo menos chapuzas que los anteriores. Que sí, que es muy cómodo acudir al compañero que sabe algo pero, ¿realmente es necesario hacerlo por cuestiones realmente básicas? Fuente: http://www.informaciona.com Fuente: http://www.informaciona.com La semana pasada el coordinador TIC de mi centro envió un correo electrónico a todo el Claustro en el que informaba acerca de la detección de un virus en los equipos de la sala de profesores. Que revisáramos nuestros equipos. Que nos bajáramos la herramienta para desinfectarlo (ponía enlace) y que, una vez realizado lo anterior, hiciéramos algunos pasos más para asegurarnos que no se había quedado ese virus oculto en algún fichero. Ganas de responder al correo, muchas. Especialmente cuando estás usando Ubuntu. Sistema operativo libre, no libre de virus, pero de dificultades añadidas para que se contagie con alguno de esos troyanos que pululan por el ciberespacio. No hacía falta tanta retahíla de letras y herramientas. Simplemente dos pasos: Desinstalar Windows e instalar Ubuntu Lamentablemente, la idea no cuaja. No hay ninguno de mis compañeros que quiera cambiarse el sistema operativo. Siguen con su viejo Windows desactualizado y, por cierto, sin más antivirus que el rezo diario. Es que, según muchos, cuesta de cambiar la forma de pensar. La realidad es que hay mucho chapuzas con las TIC que no quiere ponerse manos a la obra para aprender lo básico. Que para usar lo que se debe (que es el navegador) no hay demasiado cambio. Que LibreOffice, ya sustituido por Google Docs en mi caso, no es inferior a Word por mucho que se empeñen en cuestionarlo. Lo anterior sólo un detalle pero, cuando se es incapaz de gestionar el proyector, el audio de las aulas, la configuración de la impresora e, incluso, lo más básico que les preguntan sus alumnos, es que hay una competencia deficitaria en TIC. Competencia que poco tiene que ver con los cientos de horas de formación que se realizan en chuminadas campestres. Competencia necesaria para el uso habitual de las nuevas tecnologías. Competencia muy básica de la que precisamente nadie se dedica a dotarles. Que es mucho más cool hacer cursos de Moodle o de Prezi. Dónde va a parar. Ser chapuceros digitales obliga a perder mucho tiempo. No saber consultar el correo, ni gestionarlo, ni saber que existen servicios en la red para eliminar esos USB que siempre se piden, es de traca. Estamos en el año 2014. Un año donde lo digital está a la orden del día y, es por ello, que el chapucerismo debería ir desapareciendo. No quiero docentes con alta competencia digital. Quiero docentes que sepan solucionar los problemas o satisfacer las necesidades de su día a día. Docentes que no acudan a la mínima al pobre docente que tiene la desgracia de ser un poco menos chapuzas. Docentes que en un aula sepan configurar los equipos y usar las herramientas que van a usar. Lo básico, oigan. Hay mucho chapuzas con las TIC y, por desgracia, su número no deja de aumentar porque, los que salen de las Universidades y se incorporan a la docencia, ni son nativos ni competentes digitales. Falta formación básica, falta competencia digital.

El Aula es muy Exigente.

Hoy quiero reflexionar acerca del aula. De su exigencia. De su importancia. El aula es el lugar donde se producen las transformaciones educativas. Es el lugar donde a uno no le queda más remedio que enfrentarse a la realidad educativa. Una realidad que tiene nombres y apellidos. Una realidad compleja con la que es harto difícil lidiar. Tener delante a 30 alumnos exige mucho por parte del docente. Más allá de la metodología, hay muchas personas con diferentes necesidades y actuaciones. Una heterogeneidad que, más allá del buenismo a la hora de elegir una metodología u otra, hace que la realidad sea siempre la que marque nuestro quehacer diario. Sí, lo tengo claro… la exigencia máxima para un docente se da en el aula. Los sermones de la montaña sirven para recargar pilas pero, más allá de lo anterior, donde nos dejamos la piel es en esas horas en las que estamos rodeados de nuestros alumnos. Es muy exigente dar clase con tantos alumnos. Mucho más que publicar panfletos acerca de las TIC o hablar de posibles mejoras del sistema educativo. Puede haber docentes buenos, malos y regulares pero, cualquiera de los que se hallan en las aulas, están dando lo mejor de ellos (sí, incluso el que sigue un libro de texto). No es tan fácil librarse de la exigencia en un contexto como es el aula. Nada fácil por las necesidades del guión. Hay docentes que son unos auténticos cracks en tecnología educativa que se van fuera del aula a vender el uso de lo anterior. No tiene ningún sentido. ¿Qué sentido tiene que los conocedores de las nuevas herramientas se dediquen a hacer apostolado de las mismas entre sus compañeros? ¿Qué sentido tiene vender maneras de hacer cuando lo importante es hacer? ¿No se merecen más esos alumnos que sus docentes? ¿No deberíamos cambiar prioridades? ¿No será que confundimos el sentido de la profesión docente? Sí, cuesta. Cuesta mucho hacerse con los alumnos cada día. Llevo más de quince años en esto y cada día es algo diferente. Hay demasiadas situaciones imposibles de controlar. Cuestiones que dependen bien poco de lo que puedas hacer y mucho de combinaciones aleatorias. Pero, a pesar de ello, lo intentas. Todos los docentes lo intentan. No conozco a ningún docente al que los alumnos no le exijan. No conozco a ningún docente que no acabe cansado al acabar el día. La docencia cansa. Y aún más todo lo que conlleva asociada. Cada vez me preocupa más la realidad del aula y su exigencia. Cada vez menos el sermón fácil en auditorios que poco representan lo que sucede en esos espacios de trabajo del docente. No somos vendedores ni tertulianos. En mi caso y en el de todos mis compañeros de aula, simplemente, docentes. http://www.xarxatic.com/el-aula-es-muy-exigente/

Obsesión por el control

El docente medio está obsesionado por el control del aula. Es fácil comprobar que, si uno pisa las salas de profesores, son muchos los que se quejan del descontrol del aula, de la imposibilidad de mantener silencio, de lo bien vistos que están aquellos docentes en cuyas clases se puede oír el aletear de una única mosca. Fuente: http://www.publico.es Fuente: http://www.publico.es Controlar el aula y, como no, al alumnado en su vertiente más humana, es el leitmotiv de gran parte de los docentes de nuestro país. Docentes cuyas aulas desean que sean lo más “controladas” posibles. Docentes a los que les gustaría tratar con alumnos perfectamente situados en pupitres totalmente paralelos y que no chitaran más allá de cuando se les pregunte. Docentes a los que les gustaría tener autómatas. Docentes que añoran modelos de fusta y látigo en su vertiente más disciplinaria. Resulta curioso que también el control se traslade a la forma de evaluar a los alumnos. Evaluaciones que, como más “objetivas” sean, más supuesto control permiten al docente de la situación. Evaluaciones, libros y, como no, entornos virtuales de trabajo que permiten llevar un control, aún más exhaustivo si cabe, de una evolución del aprendizaje de los chavales que se encargan en cuantificar de cero a diez. Qué obsesión. Qué ganas de tener milimetrado el nueve coma noventa y nueve. Qué satisfacción poder cuantificar con más o menos cero coma veinticinco alguna de las cuestiones que los alumnos responden de forma cada vez más automatizada. ¿Por qué la mayoría de docentes que usan las nuevas tecnologías optan últimamente por la realización de exámenes tipo test? Porque los mismos le permiten controlar al milímetro la nota que va a aparecer en los expedientes de los alumnos. Exámenes tipo test que justifican como los más objetivos. Exámenes tipo test que son los que desprenden mayor “control” del aprendizaje. Exámenes, cuya posibilidad de equivocarse en la corrección es mínima. Es muy cómodo para los docentes usar pruebas de evaluación imposibles de cuestionar. Qué bonito dar cuatro respuestas sabiendo que una es la correcta. Qué bonito es que el ordenador me pueda dar el resultado automáticamente. Qué cantidad de problemas evitamos con esas pruebas tan “objetivas”. Los timbres, los silencios, los deberes, el uso de Moodle, el uso de libro de texto, etc. son sólo modelos de enseñanza en los que prima el control por delante del aprendizaje. Control que enmascara la inseguridad profesional de muchos. Control que, no por su existencia, no es demasiado positivo para el objetivo final de cualquier proceso de enseñanza-aprendizaje. Una metodología de control muy cómoda pero demasiado sesgada. Una metodología que se vende como sanctasanctórum del buen profesional que lo único que hace es pervertir la función docente para reconvertirla en la búsqueda de la comodidad para el docente. Qué tener unas clases dispersas es mucho más incómodo. Qué una clase incómoda es mucho más difícil de gestionar. Es relativamente fácil implementar una profesionalidad basada en el control. Lo realmente complicado es lidiar con la libertad que debe darse a los alumnos (reconozco que es complejo establecer el límite entre libertad y libertinaje), establecer mecanismos para evaluar donde lo que prime sea la evaluación del aprendizaje por adaptación y personalización del mismo y, como no, tener la posibilidad de dejar al margen el temario para no desligar el contexto que nos rodea. Lo anterior es realmente complejo. No es cuestión de hablar de zonas de confort. Es cuestión de cambiar modelos educativos. Y, lamentablemente, el modelo educativo del control exhaustivo del aula es el que sigue teniendo más adeptos entre docentes, administración y, como no, padres.

Mamá, papá, estoy haciendo flipped classroom

“Mamá, papá, en mi cole el profesor me ha dicho que a partir de ahora vamos a hacer flipped classroom. No tengo muy claro qué es ya que me dice que vamos a dejarnos de dar clases para aprender con sus explicaciones acerca de algo que hayamos visto en vídeo. Mamá, papá, ya no tenéis excusa para prohibirme el ordenador. Que ahora sí que lo voy a petar viendo un montón de vídeos que me permitirán aprender. Esto es superguay”. La anterior podría ser una charla bastante aproximada de chavales que llegan a sus casas desconcertados por la propuesta de su docente y que, más allá de una justificación exhaustiva (si ni tan sólo en muchas ocasiones el docente lo tiene claro), hablan acerca de cómo van a trabajar ese curso (o en algunos momentos determinados del mismo). Algo que les descoloca y, como no, a sus padres. Para entrar un poco más en el tema tan “apasionante” de la flipped classrom (o clase invertida -algunos ya estamos cansados de anglicismos y, más aún, con la nueva versión de la RAE de su diccionario) conviene destacar que es un modelo que, mayoritariamente, se usa para invertir el trabajo de aula y el de clase. Normalmente, lo que se hace es un modelo tradicional. Un modelo que consiste en que los alumnos ven un vídeo de la lección y la aprenden en casa, mientras que en el aula se ayuda a resolver las dudas que les pueda haber presentado la visualización anterior. Fuente: https://sites.google.com/a/byron.k12.mn.us/ Fuente: https://sites.google.com/a/byron.k12.mn.us/ La mayoría de docentes se quedan con el modelo anterior pero hay algunos que optan por un modelo avanzado. Un modelo que permite ir avanzando al estudiante a su ritmo y que, más allá de invertir el aula (mediante el estudio en casa y la solución de dudas en el aula), permite a los alumnos personalizar su propio aprendizaje. ¿Cómo se hace lo anterior? Pues simplemente poniendo unos objetivos mínimos, normalmente evaluables mediante diferentes tipos de prueba, que permiten ir al estudiante, una vez superado el 80% de lo anterior (sacar más de un 8 si se evalúa sobre 10 o superar 8 de cada 10 ítems de la rúbrica), a la siguiente lección. La evaluación final se realiza en función de los objetivos que no se alcanzan (o sea que, en función de lo que les queda por hacer al final de curso, se evalúa -a menos tareas pendientes, más calificación-). Fuente: https://sites.google.com/a/byron.k12.mn.us Fuente: https://sites.google.com/a/byron.k12.mn.us Yendo un paso más allá nos encontraríamos con el aprendizaje entre iguales. Los alumnos aprenden el material fuera del aula y, cuando llegan a ella realizan un cuestionario de forma individual. El objetivo es que los alumnos consigan convencer a sus compañeros acerca de sus respuestas. Es un sistema que se ha de controlar muy bien ya que permite la posibilidad de que existan errores globales. Errores que, en el momento que se den, deben ser corregidos por el docente que está en el aula aplicando el método. Fuente: https://sites.google.com/a/byron.k12.mn.us Fuente: https://sites.google.com/a/byron.k12.mn.us Finalmente, nos podemos encontrar con dos modelos que se están usando (o definiendo) como métodos aislados pero muy relacionados con la inversión del aula. Son el modelo del aprendizaje por proyectos que, seguramente más de uno ha estado usando bajo la denominación de webquests (o cazas del tesoro) y el de investigación acerca de algún tema concreto (el docente propone un tema y el alumno investiga por su cuenta -siempre con el asesoramiento del docente-). Parece curioso pero los últimos modelos, sobradamente conocidos por muchos docentes, son parte de ese modelo tan novedoso que está en auge como es el de la clase invertida. Fuente: https://sites.google.com/a/byron.k12.mn.us Fuente: https://sites.google.com/a/byron.k12.mn.us Fuente: https://sites.google.com/a/byron.k12.mn.us Fuente: https://sites.google.com/a/byron.k12.mn.us

sábado, 27 de septiembre de 2014

Nuevo iPhone.

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Prueba de Video Quiz.


Por EducaPlay.




Utilizando ISSUU:





















PHP, MySQL y DreamWeaver.

Continuando con la programación...

 

PHP y MySQL

Es una prueba de presentación.