martes, 28 de octubre de 2014

Hay tanto por cambiar…

Hay tanto por cambiar…
Hay tanto por cambiar en el sistema educativo que no sabes por dónde debería empezarse. No son sólo las infraestructuras de pupitres ordenados ni las jornadas escolares infumables. Hay mucho por cambiar más allá de lo anterior. Entre privacidades mal entendidas, libros de texto en diferentes formatos, docentes cuya máxima es coge la bolsa y corre, equipos directivos que se ven incapaces de dirigir ni al Tato e inspectores cuyos papeles alcanzan cotas insospechadas… hay una necesidad de reestructuración global.
Fuente: http://ateneapsicologia.comFuente: http://ateneapsicologia.com
Hoy en mi centro me han preguntado por qué había realizado una fotografía con mi móvil de la pantalla de un alumno mientras se dedicaba a buscar “penes”. Mi respuesta ha sido para publicarlo en el blog de aula como algo que ha sucedido dentro de mi aula (sin aparecer en ningún momento el infractor). He añadido que mis clases son totalmente transparentes. Que cualquiera que quiera entrar será bien recibido. Que no me supone ningún problema que acudan los padres o quien le dé la gana (cobro de los impuestos de todos los ciudadanos) a verme trabajar. Que las aulas deberían ser transparentes. Que ya está bien de falsos conceptos de privacidad. El problema es que me he quedado prácticamente solo defendiendo lo anterior. Que por lo que se ve hay cosas que no deben hacerse. Que la intimidad es muy importante. Que no podemos permitir estar pendientes del qué dirán. Coño, ¡cuánto miedo! ¿Tan mal lo estamos haciendo para que no pueda saberse en el exterior? Lo dudo. Trabajamos muy bien. Incluso los que hablan de “privacidad” y “no publicitar” situaciones sé que lo están haciendo muy bien. Por tanto, ¿a qué viene tanto miedo?
Sí, el miedo de los docentes a la sociedad es algo a cambiar. La perspectiva de que sólo se compra lo malo. Que no nos tienen mucho aprecio. No es mi sensación. No puedo compartirlo. Creo que publicitando abiertamente lo que hacemos en el aula y en las reuniones es positivo. Además, qué carajo, nos están pagando el sueldo entre todos. Y eso les da derecho a saber qué y cómo trabajamos.
Lo anterior es sólo la punta del iceberg. Algo que es un simple síntoma. Síntoma de la consideración de los centros educativos como aislados de la sociedad. Síntoma de puertas cerradas. Síntoma de lavar la ropa sucia dentro. Síntoma de desconfianza. Una desconfianza que debe desaparecer. ¿Y cómo? Pues, como mínimo se me ocurre una primera acción… la de “ventilar” las aulas.
La jornada laboral de los alumnos organizadas en sesiones temporizadas previamente a golpe de timbre. ¿Qué sentido tiene hacer las sesiones de 40, 50 o 60 minutos? ¿Qué sentido tiene alargar innecesariamente clases que se vuelven tediosas o acortar momentos en los que iría bien un ratito más? ¿Por qué no olvidarnos de los timbres? Y ya de paso… ¿y si nos cargamos las asignaturas? Que hay mucho loco con su tema. Tema a cual más “importante”. Es que hay para aburrir. Y lo de tratar a algunas asignaturas de imprescindibles y a otras de marías… ufff.
¿Y los pupitres? ¿Alguna vez se os ha ocurrido pensar en lo que significa sentarse seis horas en unas sillas de madera homogéneas sin rechistar mientras alguien os explica sandeces que os importan entre poco y nada? ¿Alguna vez alguien se ha planteado un estudio ergonómico de nuestras aulas? ¿Algún coordinador de riesgos laborales de esos que hacen tanta falta ha elevado una queja a la administración por maltrato infantil al obligar a estar en posiciones ilógicas para esas edades?
¿Seguimos? Pues sí, seguimos. Seguimos con los patios cada vez con menos árboles y más cemento. De sostenibles poco pero la cementera del pueblo se ha hecho de oro. ¿Alguien sabe por qué tenemos unos patios tan feos y pequeños en los centros educativos? ¿Alguien me puede responder qué sentido tienen pabellones deportivos de instalaciones inexistentes que sólo son un cubículo aislado de las aulas? ¿Alguien me explica también qué sentido tiene la distribución de los laboratorios minimalistas? ¿Y de las aulas de Tecnología con herramientas que sólo sirven para hacer el típico zoo o la lamparita de turno? Conviene gastar dinero en las instalaciones porque las que hay (incluso en los centros más nuevos) no valen.
¿Y la conectividad? Sí, hablemos de la conectividad. Ese gran problema de la mayoría de centros. El otro día un profesor de ciclos formativos me dijo que en su centro de más de mil alumnos tienen una conexión de 2 megas. Alucinante. Conexiones nefastas mal diseñadas y mucho peor supervisadas.
Reuniones de baja estofa, presentismos mal entendidos, prohibiciones que nadie entiende (¿estoy hablando de los teléfonos móviles?) y, como no, despropósito burrocrático -que no burocrático- de proporciones bíblicas. Sumemos a lo anterior profesionales que trabajan sin contar con sus compañeros, espíritu cooperativo escaso y, como no, dejadez por parte de la administración en el trato humano a sus trabajadores.
Un cóctel explosivo explicado de forma incoherente que tan sólo da unos indicios del volumen de cambios que habría de hacerse en el sistema educativo para conseguir algo de provecho. Hay tanto por cambiar. Tantísimo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario