martes, 4 de diciembre de 2012

Aprenda sumerio en 15 días

Aprenda sumerio en 15 días:

Primero fue el humo. Luego los tambores. Cuando algo sucedía, esa información se transmitía a otra comunidad mediante hogueras o golpeando pieles de animal tensadas y secadas al sol. Los vigías, apostados en las montañas, reproducían el mensaje a los suyos, y así viajaban los datos, de aldea en aldea, limitados por los sentidos de los hombres.
La primera grafía conocida es una tablilla sumeria con signos cuneiformes que cumple ahora 5.000 años de edad. En ella, un funcionario llamado Kushim hablaba de una cierta cantidad de cebada y unas fechas de entrega. Luego llegaron los papiros egipcios y sus jeroglíficos, que descifró Champollion gracias a la Piedra Rosetta, y más tarde las culturas precolombinas asombraron con sus precisos petroglifos.
La oscuridad que se abatió sobre Europa durante la hegemonía del cristianismo tuvo, no obstante, un lado luminoso. En los scriptorum de los monasterios se copiaban a mano las obras del saber (no todas, ciertamente, solo las que no suponían peligro para Roma).
Y así hasta 1440, cuando Gutenberg inventó la imprenta (aunque los chinos ya tenían algo parecido cuatrocientos años antes). Pero, de pronto, en la segunda mitad del siglo XX todo cambió.
Llegó el bit.
Nada volvería a ser como antes… Sin embargo, no perdamos de vista que internet acaba de aparecer, e igual que surgió de la nada puede esfumarse de una década a la siguiente como Minitel, el RDSI, el hula hoop o Los Héroes del Silencio. Piensen en ello. Nunca un desarrollo tecnológico tan trascendental se implantó tan rápido entre nosotros. No concebimos la vida sin internet (algunos, los llamados ‘nativos’, ni siquiera la recuerdan).
Lo de Gutenberg tuvo mérito, pero a nadie cabe atribuir la irrupción de los soportes digitales. Las cintas que se movían espasmódicamente en las viejas películas de ciencia ficción, normalmente de IBM, suplieron a las tarjetas perforadas: una tarjeta, una instrucción (o línea de código). Más tarde, llegaron las cintas de menor anchura y más manejables. Era el acceso lineal: había que rebobinar o adelantar la cinta para llegar al punto en cuestión. Y de ahí al disco: los flexibles de 8” y los de 3.5”, también flexibles, pero protegidos por una carcasa rígida que cabía en un bolsillo, con los que Sony se llevó el gato al agua.
Las memorias flash, las tarjetas SD, los pen drives…, pasando por los CD, DVD, Blue Ray, láser disc (que en paz descansen), DAT (digital audio tape), las VHS, las Betacam, la casete de gasolinera y rumba… ¡Y el vinilo! ¡Y el ebook! Y cada soporte viene acompañado de una pléyade de formatos: MP3, AVI, MOV, AIFF, PDF, DOC, JPG, Epub, FB2, MOBI… Todo queda obsoleto con velocidad pasmosa, y las grandes firmas de consumo desprecian la llamada compatibilidad vertical: tu nuevo equipo no leerá tus antiguos datos.
Todo ello en unas pocas décadas. ¿No resulta sospechosamente volátil? No creo que ninguna de las tecnologías surgidas en este período sea leída o entendida dentro de 5.000 años, como la escritura cuneiforme.
Esa es la razón por la que me he apuntado a un curso intensivo de sumerio. Más información en www.sumerian.org
(Imagen de Wikimedia Commons reproducida bajo licencia CC y subida por Stephen G. Brown



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