domingo, 9 de diciembre de 2012

La inigualable levedad del ascensor neumático

La inigualable levedad del ascensor neumático:

Es posible viajar en vertical sin mover un dedo y no recurrir a los psicotrópicos. Es lo que han debido de pensar los dueños de la empresa madrileña Elevadores Neumáticos Ibéricos (ENI) en la que se diseñan unos ascensores que se mueven solo con aire y que, además de inalámbricos y de lo más ecológicos, son como los accesorios: de quita y pon.
Sin cables ni pistones. Y sin la dichosa grasa que todo lo pringa, estos elevadores “levitan”, como los santos, gracias a un sistema bien sencillito basado en dos piezas que se friccionan: un tubo ultraligero que puede recorrer hasta seis pisos y una cápsula cilíndrica de unos dos metros de altura que se desplaza en su interior y que transporta a los afortunados viajeros, gracias únicamente al empuje del aire.
La madre del cordero de estos ascensores se encuentra en la parte superior de la máquina. Porque es ahí donde sus creadores han colocado el bendito cachivache que provoca el movimiento de la cabina y que no es otro que un sencillo aspirador.
Este viejo conocido de todos (invento favorito de las madres los domingos por las mañanas, durante las resacas más dolorosas de sus hijos) extrae el aire de la cabina y genera el vacío y las diferencias de presión que hacen que la cabina “fluya” hacia arriba.
Precisamente, el ascenso, en el que se alcanza una velocidad de 0,15 metros por segundo, es fruto del desalojo de ese aire a lo largo de la cabina y del empuje que ejerce el que entra automáticamente desde la parte inferior de la cámara. De esta original manera es como el vacío que genera el sistema soporta los 205 o 235 kilos (dependiendo del modelo) que son capaces de transportar estos elevadores.
Cuentan sus fabricantes que con ellos uno podrá además dejar de soñar la pesadilla de los encierros a oscuras y suspendidos en las alturas, dado que este sistema (que es, según sus fabricantes, “el más seguro del mundo”) está diseñado para hacer descender la cabina en caso de parada.
Pero la rareza de estas máquinas va más allá de su mecanismo y alcanza también a su aspecto… Ríete tú del mejor atrezzo futurista, porque el aluminio y policarbonato de los que se componen, tanto el conducto vertical como la cabina interna, dan lugar a un diseño que resultaría de lo más apropiado incluso en la más bizarra de las pelis de ciencia ficción.
Para lograr esta atmósfera lisérgica y virtual, los empleados de esta empresa radicada en Arganda (Madrid) ensamblan antes uno a uno sus módulos, como si de ‘meccanos’ se tratase. Una vez acopladas las piezas, y comprabada que la seguridad del aparato es total, solo les queda una cosa: enviarlos, a través de sus distribuidores, a los apartamentos u oficinas en los que vivirán felices el resto de sus días junto a sus queridos dueños.
También en esta fase, la sencillez será la nota dominante. Porque, a los neumáticos, les basta con ser colocados sobre una superficie para que funcionen. El viejo concepto de “instalación” que requerían los ascensores de toda la vida será así sustituido por el de “simple colocación”. Y nos olvidaremos, de paso, de las salas de máquinas, los fosos, el cableado y otros engorros de calibre similar.
Además, dada su movilidad (cualidad que los convierte en primos hermanos de los electrodomésticos), uno puede incluso, llegado el caso, llevarse su ascensor a la segunda residencia si un día se cansa de tenerlo en el dúplex del invierno. O moverlo del salón a la cocina sin mayores dificultades.
Precisamente, esta versatilidad es la que, según sus fabricantes, les ha servido para hacerse un hueco en un momento en el que la recesión económica no da tregua. Porque, después de haber vendido más de 600 máquinas en Europa, los responsables de esta empresa (que compraron la patente a unos argentinos hace siete años) aseguran que el negocio podría incluso estar despuntando a causa de la jo…ida crisis: “Mucha gente que de pronto necesita un ascensor por cuestiones de accesibilidad, recurre a los neumáticos antes de cambiar o remodelar la vivienda, que resulta mucho más caro”.
El coste de adquirir un elevador oscila sin embargo, de momento, entre los 17.000 y 24.000 euros (dependiendo del número de plantas que recorra), un precio que podría bajar en los próximos meses, cuando la compañía se lanzará a la conquista del nuevo mundo (Asia y América, principalmente) y buscará para ello ser más competitiva.
Entre tanto, a los sistemas de tracción y a los hidráulicos les ha salido un serio (elemental, inagotable y gratuito) competidor: el aire, esa mezcla de “oxígeno, nitrógeno y argón” que, quién lo diría, es hoy una especie de combustible con patente y notables aspiraciones en el mercado.









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